Estamos terminando junio y, con ello, también termina el sufrimiento de muchos jóvenes que ya tienen las notas de su prueba de selectividad. Y sí, decimos sufrimiento porque la mayoría de ellos habrán escuchado la palabra “selectividad”, al menos, una vez al día durante los últimos dos años.
Pero, ¿de verdad es tan importante la selectividad? ¿Merece la pena todo ese estrés, ansiedad y lágrimas? En este artículo hablaremos sobre la prueba más famosa del sistema educativo español y plantearemos algunos aspectos sobre los que nos parece importante reflexionar.
¿Por qué sí es importante la selectividad?
Por si alguien que nos lee lleva más de 100 años en una isla desierta y nunca ha escuchado la palabra selectividad, vamos a empezar por el principio.
La prueba de selectividad se compone de varios exámenes que todos los alumnos que desean entrar en la Universidad deben hacer. Cada comunidad autónoma establece dos opciones para cada asignatura que los alumnos han cursado, intentando equiparar así los niveles de estos.
En principio, la premisa parece sencilla de entender. Un mismo examen para garantizar que todo el que lo pase reúna los conocimientos y aptitudes necesarias. Sin embargo, podemos encontrar en esto algunas lagunas.
Algunas cositas que también hay que plantearse…
Por supuesto que hay que poner en pie mecanismos que igualen los niveles del alumnado. Aunque, quizás, una prueba realizada en 3, 4 o 5 días no es la mejor de las soluciones. Los nervios pueden jugarnos una mala pasada, podemos tener unas malas circunstancias personales en ese momento, estar enfermos o simplemente no tener un buen día.
Además, el hecho de que un profesor que no conoce a los chicos y chicas corrija el examen, garantiza esa supuesta igualdad, sí, pero también impide evaluar la trayectoria, el esfuerzo y el proceso de mejora.
Ahora es cuando muchos dirán que ya se tuvo en cuenta todo lo anterior y que para evitar todo esto se considera también la nota media del expediente académico. Es cierto. Es verdad que, en función del año en que hagas la prueba, la nota media de Bachillerato ha podido ser decisiva. Algunos años incluso tiene más peso que el propio examen de selectividad.
No obstante, para ser sinceros, también hay que pensar que, salvo algunas excepciones, la gran mayoría de grados universitarios tienen notas de corte bastante altas. Por lo que una mala prueba puede condicionar, y mucho, el futuro laboral de los alumnos.
Selectividad: estrés y presión…
Esta es una de las razones principales que hace que muchos tiemblen solo de pensar en esa semana de exámenes. Han creído que era oportuno repetir y repetir la importancia de esta prueba. Bombardear a adolescentes (de 16 a 18 años) con la repercusión que una decisión puntual tendrá en su futuro. Ejercer presión para que gente tan joven se vista de adulto por un momento y se enfoque solo en resultados.
Y no penséis que culpamos de esto a los profesores. Igualmente entendemos que ellos deben cubrir un amplísimo temario, en un tiempo muy reducido y asegurándose de que, con suerte, 30 alumnos muy diferentes sigan el ritmo.
Y lo cierto es que todas estas prisas y presiones han acabado volviéndose en contra de lo que era el objetivo principal: aprender. Porque ni cubrir expediente implica haber aprendido nada, ni la nota de selectividad, que no deja de ser solo un número, te define en lo más mínimo.
Entre otras cosas porque se está midiendo de una manera muy concreta, unas doctrinas y conocimientos muy limitados. De manera que muchas formas de aprender, que no son las que la norma mide, así como, otros tipos de inteligencias o materias, quedan al margen del sistema.
Pero es que, además, no todo el mundo tiene por qué hacer esta prueba. Porque no olvidemos que es parte del proceso para entrar en la Universidad. Y ni todas las profesiones requieren ese tipo de formación, ni todo el mundo tiene que estar interesado en formar parte de la vida universitaria. Es más, existen muchas otras alternativas que también acaban con la incorporación al mercado laboral.
Entonces, ¿es o no es importante hacer selectividad?
Con todo esto, solo podemos concluir que la selectividad es un trámite. Es un trámite que algunos, los que decidan que hacia la Universidad quieren encaminarse, deben superar. Y ya que solo es un trámite, dejad que os demos un consejo. Si vamos a pasar por aquí, vamos a intentar pasar de la mejor manera posible.
No nos entiendas mal. Por supuesto que va a ser duro y ya podemos garantizar que si no trabajas no lo vas a conseguir. Hay que esforzarse al máximo y no solo los últimos días, porque como decimos la nota de Bachillerato es fundamental. Pasarás horas frente a los apuntes, haciendo esquemas, resúmenes… En definitiva, será difícil.
Pero como ya es suficientemente complicado, no lo dificultes más. Ponle buena actitud, se autocrítico y tómatelo con toda la calma que puedas.
En primer lugar, piensa que lo peor ha sido conseguir aprobar durante los dos últimos años. Una vez que consigues sobrevivir a eso, solo queda dar el último empujón. Hay que prepararlo con tiempo, repasarlo, pero ya lo sabes.
Y enfócate en el proceso, no solo en los resultados. Aunque la prueba de selectividad mida el éxito en función de una nota y sabemos que una décima puede marcar la diferencia, no te obsesiones.
Y es que nada en esta vida es definitivo y no pasa nada si no lo consigues a la primera. Y tan importante es conseguir alcanzar el mínimo exigido como saber valorar el esfuerzo que cada uno hace.
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